jueves, 12 de marzo de 2009

Residencia de ancianos Arrasate. Parte 4.

Al llegar el hermano, todo fue a peor; borracheras de escándalo a altas horas de la madrugada sin dejar dormir a nadie, y si encima se decía algo, se reían de un servidor.
Un día presté la película "El caballero oscuro" a Rachid, el argelino, y me la devolvió mal, así que le pedí que un respeto, hablándole bien, lo cual no le gustó y dejaron de hablarme los argelinos.
Seguían montando juergas en el salón los paraguayos y los argelinos, sin respetar nada y sin dejar dormir.
Mi historia con toda esa gente se resume en que, yo me gano la vida escribiendo guiones, y lo sabían, y si me veían en el salón, único lugar donde el portatil no se me apaga con el calor, venían a incordiar. En resúmen, cada mes escribía 3 o 4 guiones, y en mi estancia en este hostel solo llegué a vender uno... en 4 meses. Aún sigo en este lugar.
Llegaron unos pakistanís, ya éramos 14 personas viviendo en un piso.
Un día mientras la paraguaya se duchaba, tocaron el timbre de arriba, insistentemente.
Al gritar desde fuera "Policía municipal, abran la puerta, por favor", todos se escondieron, dí la cara y me cogieron mis datos. El problema fue que el piso de abajo con la ducha se había inundado, bajé al piso de abajo, una asociación de gays y lesbianas de Guipúzcoa, Gehitu, y los chicos me enseñaron cómo habían dejado todo. La paraguaya se desentendió de todo, y fui yo quien tuvo que pedir perdón y dar la cara por 14 personas más la "dueña del piso".
Ese día me enteré que ella no era la dueña. Este piso, igual que todo el edificio, pertenece a la Fundación Zorroaga, un grupo de residencias de ancianos, en el que el presidente de todo, Mikel, le alquiló este piso bastante barato a la mujer que lleva esto, una tal Aurori, y ella lo empezó a usar como hostel. Hoy en día podemos considerar este lugar como un piso patera, y mi compañera y yo, españoles, soportando cómo varios extranjeros, quitando a la señora de El Salvador y sus compañeros, que respetan mucho, nos faltan al respeto en todos los casos.

Cuando la señora se enteró de que la policía municipal estuvo aquí, vino enseguida presa del pánico y los nervios, diciéndome que la estoy buscando la ruina, poniendo el grito en el cielo y culpándome de todo.
Es ahora cuando sí la voy a buscar la ruina...

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